jueves, 1 de enero de 2015

Buenas ideas que se convirtieron en exitosas microempresas

Madres cabeza de hogar, indígenas y personas con vidas difíciles que lograron concretar su negocio.

‘Mi fábrica comenzó en una habitación y con dos máquinas’

La felicidad de cientos de niñas se teje puntada tras puntada en un pequeño taller artesanal del barrio Barranquillita de la localidad Usme.

Cada mañana, desde hace dos décadas, un grupo de ocho mujeres liderado por María Claudia Garay se reúne para darles forma a decenas de muñecas que este año adornaron los tallos de plástico de un árbol de Navidad.

En eso pensaban las gestoras de la empresa A Gugu en 1995, cuando trabajaban en una habitación. Solo contaban con un presupuesto de 17.000 pesos en una época en la que el sueldo mínimo era de 118. 934 pesos mensuales.

Hoy pueden decir que son una de las más de 300.000 microempresas familiares que hay en el país. “Ese primer capital nos alcanzó para las primeras muñecas. Mi mamá y yo las diseñamos, les pintamos las caritas, les hicimos los vestidos… fue un trabajo muy artesanal. Vendimos dos docenas”.

Claudia recuerda que el producto de esa venta lo invirtió rápidamente. El negocio pasó de producir dos docenas de muñecas a 250 mensuales. “Pasé de venderlas en la calle a comercializarlas de manera directa con mayoristas del sector de San Victorino”.

A pesar de la falta de recursos y tecnología para mantenerse en el mercado, estas mujeres no querían dejar de crecer. “Los pedidos comenzaron a aumentar y cada vez nos veíamos en apuros para cumplir. No dábamos abasto porque no teníamos suficiente personal, máquinas ni material para trabajar a un ritmo acelerado”.

Esas angustias las llevaron a conocer los créditos que ofrecía la Corporación Microcrédito Aval. “Solicitamos uno y desde entonces nos han venido apoyando en la empresa”, cuenta María Claudia. En el 2011 recibieron un préstamo de 600.000 pesos que destinaron a la compra de telas, hilazas, encajes y material especial de relleno para darle consistencia a la estructura de las muñecas. Cuatro años después de ese primer crédito, continúan vinculadas a la entidad, pero con un préstamo de cuatro millones de pesos que cuida como su bien más preciado. “La meta es pedir uno por seis millones. Hay que seguir creciendo”. Hoy más de 6.000 mujeres se benefician de los créditos que se otorgan desde el año 2010 y que en promedio son de 700.000 pesos.

Aunque a María Claudia no le gusta pensar tan a largo plazo, sí tiene claro a dónde quiere llegar: su meta es tener una bodega propia en la que pueda ubicar a unas 30 mujeres y ampliar la producción de sus muñecas para venderlas en otros países.

Fuente http://www.eltiempo.com/bogota/microempresas-en-bogota

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